A Alan le diagnosticaron autismo y retraso del desarrollo a los 2 años, y más tarde síndrome relacionado con AAG1 a los 7. Aunque su desarrollo se ha estancado, sigue afrontando los retos cotidianos con serena resiliencia.
No tiene problemas de movilidad y puede hablar, pero lo que más destaca es su sonrisa, algo que comparte la mayoría de los días. Su viaje no trata de hitos, sino de encontrar la alegría en el presente y afrontar cada día con fuerza.